Editorial

Niños sin pupitre, rezago educativo

Que 463,371 escolares no tengan un pupitre para recibir sus clases en los centros educativos solo muestra el verdadero rostro de la educación nacional. Si a esto se suma el deterioro de las instalaciones físicas de las escuelas y colegios, así como la falta de material didáctico en las aulas para que los maestros impulsen el proceso de enseñanza aprendizaje, entonces el atraso se vuelve monumental en relación con países vecinos.

Todos los gobiernos que tuvo este país en el siglo pasado y en el presente son responsables del rezago de la educación, porque nunca colocaron a técnicos o expertos en educación como líderes del sistema, sino que prefirieron poner al frente de la Secretaría de esa rama a sus activistas políticos o personas afines al partido.

Por este despacho han pasado políticos de todo tipo y de todos los colores, la mayoría con intereses particulares que no pensaron en el futuro del país, que llegaron nada más a calentar la silla en la confortable oficina, desde donde -igual que hoy- culparon a sus antecesores de todas las desgracias en el sistema.

Otros responsabilizan a la pandemia del covid-19 de agudizar la crisis en la enseñanza, pero lo que más daño le hace es la desidia de quienes administran el presupuesto de Educación, que para este año 2023 asciende a 38,109,509,221 lempiras. Con semejante asignación es indignante que los niños reciban clases en deplorables condiciones.

Honduras es uno de los países de Latinoamérica que más dinero proporciona al área educativa, pero al mismo tiempo es el que peores resultados obtiene en cuanto al rendimiento académico. Según el reporte del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), el 70% de los estudiantes hondureños no logra el estándar en lectura y el 85% sigue el mismo patrón en matemáticas, lo cual ubica al país en los últimos lugares de la región.