Al referirnos al desempeño académico de los estudiantes de educación básica en Honduras, pese a los esfuerzos implicados en su mejoramiento, los resultados de aprendizaje resultan significativamente bajos; así lo señala el Informe de Progreso Educativo.
Honduras (Preal-Ferema, 2017). Este panorama de estancamiento en relación con las metas trazadas por el país es preocupante y debe generar reflexión, sobre todo en cuanto a la enseñanza del español, ya que las habilidades de lectura y escritura son fundamentales para el éxito de los estudiantes en los ámbitos personal, académico y laboral.
La clase de español ha sido un campo del conocimiento prioritario en el Currículo Nacional Básico (CNB) y en la reforma educativa de nuestro país.
Esta clase ha debido perseguir el desarrollo de habilidades de comunicación por parte de los que aprenden, lo cual significa hablar, escribir, leer y comprender con eficacia. Sin embargo, la dimensión tradicional de la enseñanza del español ha planteado la lengua como una materia, algo que debe ser estudiado, analizado, explorado en su estructura y funcionamiento.
La formulación de una clase de español con nuevos propósitos nos orienta a definir un enfoque para el aprendizaje y enseñanza de la lengua por la vía del desarrollo de competencias, en contraste al desarrollo de contenidos; por el énfasis en el uso de la lengua, en oposición a su estudio.
En el contexto educativo hondureño, sobre todo tras la implementación de iniciativas para el mejoramiento de la lectoescritura infantil, es comprensible que los docentes relacionen la efectividad o fracaso de un enfoque con procesos de capacitación, textos utilizados, métodos recetados y estrategias prescriptivas; pues al final los resultados en el aprendizaje siguen siendo los mismos.
Más allá de las discusiones sobre reformas, enfoques, métodos y recursos, los estudiantes necesitan desarrollar la capacidad para establecer actos comunicativos con eficiencia, hablar y escribir con propiedad, leer y ser capaces de analizar y emitir juicios críticos sobre lo leído.
Los docentes debemos asumir que la lengua es un vehículo de comunicación, por tanto un instrumento que no se debe aprender, sino usar y que solo se puede enseñar a usar usándolo.
Los profesores de español debemos enfocarnos en que los estudiantes aprendan a comunicarse efectivamente y dar preferencia a la utilización de su entorno letrado, partiendo de la idea que ellos leen lo que les interesa y necesitan para comunicarse.
En la clase de español se debe hablar, leer y escribir; por esta razón la producción y comprensión de textos auténticos debe ser una práctica cotidiana y necesaria, en cualquier espacio, en cualquier tiempo.
Los docentes de español debemos recordar (afortunadamente muchos lo hacen) que el objetivo principal de nuestra clase es la adquisición y desarrollo de una competencia que garantice la comunicación efectiva de los estudiantes: la transmisión de ideas a través del discurso oral y escrito y la comprensión, mediante la lectura y la recepción efectiva de textos orales.
Al fin de cuentas, como se ha afirmado ya, nuestros estudiantes solo podrán aprender a hablar hablando; a leer, leyendo y a escribir, escribiendo.
La implementación de un enfoque hacia el desarrollo de competencias relevantes y la adquisición de aprendizajes significativos, verdaderamente útiles para la vida, debiera ser transversal a todo acto de enseñanza en las aulas hondureñas y, consecuentemente, el eje de la reforma educativa en el país.
Por supuesto, la reforma solo tendrá éxito si involucra al docente, factor determinante en la elevación de la calidad de cualquier sistema educativo. Quizá así podamos esperar que una educación de calidad, relevante, justa, pertinente y significativa comience a cambiarnos la vida a todos los hondureños.